Del Big Data se suele decir que es como el sexo adolescente, todo el mundo habla de él, pero pocos lo practican en realidad. Y es cierto, porque supone un cambio tecnológico tan grande a nivel de estructuras tecnológicas y de pensamiento empresarial que no es fácil aplicarlo. Sin embargo, los pocos que lo están haciendo están consiguiendo resultados excelentes y parece ser que es la tecnología que va a marcar el futuro de toda empresa, independientemente de su tamaño o sector.
El uso del Big Data no sólo permite trabajar con grandes volúmenes de datos y hacer predicciones certeras, sino que nos permite conocer al usuario de tal forma que podemos adaptarnos y anteponernos a sus necesidades para ofrecer la mejor experiencia de usuario posible.
Así que, para estar bien prevenidos, vamos a explicar en qué consiste y qué ejemplos existen ya de ello.
Datos, datos y más datos
Según un informe de la BSA (Business Software Alliance), una asociación comercial creada para defender los objetivos del sector de software y de sus socios de hardware, “el 90 por ciento de los datos actuales del planeta se crearon solo en los dos últimos años”. Eso significa que estamos produciendo datos de una manera masiva a cada vez más velocidad.
Frente a esta nueva situación, ni la mente humana ni la tecnología tradicional pueden hacer frente a ese enorme volumen de información. Ahí es donde entra en juego el Big Data, que responde antes tres necesidades vitales: velocidad, variedad y volumen. Pero, ¿cómo lo hace?
Dejar de contar de uno en uno
La tecnología que usamos para medir y contar datos actualmente lo hace de forma secuencial, esto es, primero un bloque, luego otro…y luego los sumamos todos. Imaginemos que tenemos que contar un gran puñado de botones de distintos colores que hay esparcidos sobre una mesa. Con la tecnología actual, para saber cuántos tenemos, primero contaremos los azules, luego los amarillos, luego los rojos…. Lento, ¿verdad? La tecnología que encontramos en la era del Big Data, en cambio, nos permite contar cada color a la vez y en mucho menos tiempo, usando lo que se conoce como arquitectura de computación distribuida.
Lo que permite esta nueva tecnología es, entonces, el análisis y la gestión de un gran volumen de datos a gran velocidad, sin importar su variedad o tipología.
Y ahora pensemos: ¿cómo se traduce esto en las empresas? ¿Y a la experiencia de usuario?
No es brujería, es tecnología
Imagínate por un momento la cantidad de datos que se están recopilando por segundo: imágenes, estados de redes sociales, informes médicos, policiales… Todo digitalizado y correctamente indexado permitirá poder establecer patrones de repetición y, por lo tanto, prever lo que va a suceder. De hecho, ya se está haciendo. Cuerpos de policía de distintas ciudades americanas y europeas están usando el Big Data para predecir, en base a lo ya sucedido, qué cantidad de delitos se van a cometer.
También en el sector médico existe una tecnología de computación cognitiva llamada Watson Health, que permite diagnosticar pacientes de cáncer, con un 90% de acierto (bastante superior a la de un médico humano), gracias a una amplia base de datos médico-científica de la que se nutre.
Todo ello supone una transformación de la relación empresa-consumidor que pasa por colocar al usuario en el centro y dejar de ofrecerle productos para ofrecerle servicios. Podremos conocer de antemano lo que le va a suceder a nuestro cliente y darle solución antes de que él mismo lo prevea.
El estudio de los datos y a estas dimensiones nos permite entender verdaderamente quién son nuestros usuarios y ofrecerles la experiencia de usuario perfecta.